miércoles, 2 de febrero de 2011

Sobre las críticas

A raíz de lo publicado en el siguiente enlace

Crónica 5ª y 6ª ronda provincial absoluto 2011 Jaén

me gustaría decir algo.

Es fácil criticar. Suele salir barato, o incluso gratis. Sin embargo, hay cosas que, aunque en principio son criticables, tienen circunstancias atenuantes. Por ejemplo: no se puede criticar que una niña de 9 años recién cumplidos tenga un comportamiento infantil. Una de las cosas que vamos aprendiendo con la edad es el ocultar los sentimientos y las emociones. Los niños no saben hacerlo. Ellos se alegran o se disgustan al igual que nosotros, pero aún no han aprendido a no exteriorizar esas emociones; aprenderán con el tiempo. Quien conoce a Irene, sabe que en ese aspecto ya ha avanzado mucho y seguirá avanzando. El carácter, la forma de ser, las aptitudes y las actitudes, la mucha o poca inteligencia. Todo viene en un paquete. No se puede elegir lo que nos gusta de una persona y desechar lo que no. Por eso nos aceptamos los unos a los otros tal y como somos, y en función de ello elegimos a nuestros amigos (que son una de las pocas cosas que podemos elegir en la vida). Jamás le diremos a alguien que queremos que lo querríamos más si cambiase tal o cual aspecto de su personalidad: lo aceptamos o no, pero no pretendemos hacerlo cambiar.

Por ello, porque Irene no tiene edad para defenderse y porque ni siquiera conoce esas críticas (que ya se las transmito y le transmitiré yo en forma de consejos), acepto las mismas en cuanto a su contenido, que no en cuanto a su forma. No creo que sea correcto publicar en un blog estas cosas, máxime teniendo en cuenta la edad de la persona criticada. No es correcto decirle a un padre cómo debe educar a sus hijos. Tampoco es correcto exagerar las cosas: se mencionan cuatro bolsas de chuches, cuando sólo fue una, porque compró dos y una de ellas me la traje de vuelta en el bolsillo. Del mismo modo, no es correcto criticar al árbitro por aplicar el reglamento cuando le suena el móvil a un amigo y un párrafo más abajo criticar a un jugador por incumplirlo en un aspecto más leve que, como mucho, hubiera merecido una advertencia arbitral. Hay otros jugadores de mayor edad que he visto comer durante sus partidas: caramelos, chicles, chocolatinas (todos ellos hacen ruido al desenvolverse, ¿verdad?), churros, bocadillos, café, cervezas, refrescos y cubatas, y jamás han sido criticados por ello. Los hay también que, cuando juegan con un rival inferior, tienen la despreciativa actitud de jugar su primer movimiento, pulsar el reloj y marcharse media hora a tomar café, sabiendo que va a tener tiempo de sobra para ganar la partida (siendo el rival un niño, que curioso). También los he visto comentar sus partidas cuando éstas aún están en juego. Los he visto perder una partida ganada no para beneficiar a su equipo, sino para perjudicar a un tercero. Los he visto amañar resultados…en fin, muchas cosas he visto a pesar del poco tiempo que llevo en este mundillo. Pero parece que en estos temas hay una especie de “omertá”, que por lo visto no se aplica a las bolsas de chuches. Lo tendré en cuenta.

Por supuesto, nada de lo aquí dicho va dirigido contra Miguel Esteban, que es todo un caballero ante el tablero, y por lo que me consta, fuera de él también. Tampoco quiero volver a hablar de este asunto, que me gustaría que quedase zanjado aquí.

Y para terminar, Irene tiene, como dije, nueve años. Lleva poco más de dos temporadas jugando en competiciones, y en esas dos temporadas ha sido dos veces campeona provincial, una vez subcampeona y otra quinta de Andalucía, y una vez campeona y otra subcampeona de España. Con sus virtudes y defectos, creo que se merece un respeto. Se lo ha ganado.

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